miércoles, 30 de marzo de 2011

EL VIAJE DE UNA LLAMA

Este era un planeta muy lejano,  donde todo era muy distinto, nada era como donde vivo, y sé de este planeta porque lo conocí, un día me secuestraron los alienígenas  y fui a parar a este lugar tan diferente y extraño.
Era un planeta donde se podía violar la ley del tiempo y el espacio si tenías el poder  y el favor de su dios, y como yo era una especie de invitado especial me atendieron como a un rey y me explicaron todo sobre su religión: creían en un Dios, un único Santo todo poderoso camuflado con muchos nombres en todas las diferentes religiones y países de ese mundo raro, en unas partes le llamaban Buda, o Krishna, Jesús, Alá, Dólar, Satán, Mahoma, Euro, en fin, tenia mil nombres, y con cada nombre una representación en imagen, o símbolo y funcionaba como talismán, te protegía de todo mal y peligro y te hacia poderoso, mas poderoso que cualquier ley y te daba la entrada al paraíso. Pero era extraño, no todos los que lo alababan tenían el poder, y esto era lo extraño, lo alababan mucho y cada día eran menos importantes, menos poderosos y más desechables por toda la sociedad, porque dios era propiedad de un grupo selecto de alienígenas, y para alabarlo tenias que pagar tributo, esclavizarte para conseguirlo y cuando lo conseguías, regalarlo a los selectos dueños de Dios.
Me enseñaron de sus leyes, cada país tenía las suyas propias, pero todas estaban basadas en un código mundial llamado derechos humanos, que cada gobierno interpretaba a su manera: En algunas partes había libertad de expresión, mientras lo que expresaran fuera lo que su gobierno quería que expresasen, y si por casualidad pensaban diferente al sistema mundial, eran terroristas y merecían la pena de muerte sin juicio ni posibilidad de defensa, pero en otros países no tenían tanta suerte, no podían expresarse y vivían como encarcelados y solo podían hablar para alabar a Dios y al gobierno, eran regulados y se les ordenaba como vivir cada momento del día. Tenían derecho a vivir pero esto era mas bien ficción, ese derecho se violaba día y noche, y no aplicaba para animales y plantas, el derecho a la vida de estos era totalmente inexistente, si las personas se oponían a su dios merecían morir, si se oponían al gobierno merecían morir, si su gobierno entra en guerra merecían morir y tenían derecho a matar, se mataban en nombre de dios, en nombre de otras personas y hasta por salir a la calle, era un mundo donde salir de casa era renunciar al derecho a vivir, porque en cualquier lugar te quitaban la vida. Tenían derecho a la felicidad siempre y cuando esta fuera basada en su dios y no se saliera de los límites de alegría permitidos por el sistema.
 En fin, era un mundo muy organizado, girando y viviendo en torno a un dios con mil nombres pero todos con el mismo significado, un dios llamado de diferentes maneras pero en todas partes era San Dinero, un dios que tenía el poder de hacerte sentir feliz, con fortuna, amado y te hace los sueños realidad, un dios omnipotente que esta en todas partes recordando su gran poder, y en las partes en que no esta reina la miseria.
Era un mundo aparentemente bien, lleno de cosas hermosas y gentes con caras de hermanas y hermanos, padres y madres, niñas y niños, gentes con ganas de ser felices pero la felicidad no depende de ellos, y por eso todos los días rezan para que San Dinero se apiade de ellos.
Era un mundo hermoso, pero nunca quiero volver a ese planeta tierra, me da miedo, ya se ha intentado destruir a si mismo con balas, cohetes, deforestación, esclavismo, bombas, y ojivas nucleares, me da miedo que si algún día estoy allá, les de por estallar en muerte y sufrimiento.

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